ENCUENTRO EN COMPOSTELA
Con mi amiga Lolín en la Plaza del Obradoiro.
AMISTAD
Lolín es una intima amiga desde los tiempos de nuestra estancia en Santiago de Compostela, como estudiantes. Nos alojábamos en la misma residencia, aunque estudiábamos carreras distintas, e hicimos mucha amistad pasando alguna temporada, durante las vacaciones, ella en mi casa familiar de Ferrol y yo en la suya de Pontevedra. Manteníamos también amistades comunes.
Hace cosa de unos seis años o por ahí, me propuse “recuperar” amigas, que fueron íntimas y muy queridas, y de las que me había ido alejando por vivir en distintas ciudades, por no escribir, por dejadez y pereza, en definitiva. Los medios de comunicación no eran los de ahora. Con lo de “recuperar" quiero referirme al contacto, a la relación, a los encuentros, porque las auténticas amistades permanecen siempre “latentes”, en el punto de afecto que las dejaste y la “recuperación” no es otra cosa que “actualización”, “puesta al día”.
PASEANDO POR SANTIAGO
Ninguna de las dos imaginábamos el lleno de turistas que registra la Ciudad, el abarrote de los bares y restaurantes de la zona monumental, la cantidad de espectáculos callejeros que había por plazas y calles… ¡No sé como será cuando coincide con Año Santo, pero me imagino Santiago imposible de transitar! Claro que ahora estamos en agosto…Por cierto, un agosto rarísimo, hoy mismo hacia un calor bochornoso, el cielo estaba gris oscuro y la amenaza de tormenta era inminente. Tuvimos la suerte de que no empezó a llover hasta el final de la tarde, cuando ya nos habíamos despedido.
Los viejos bares y restaurantes que frecuentábamos de aunque algunos aún conservan el nombre antiguo. Uno de estps es el que fue el famoso bar "Carballeira", en la Rúa del Villar, donde en la barra (no había ni mesas de pequeño que era el local), el dueño, un hombre afable y simpático, elaboraba y servía los mejores cócteles que he bebido en mi vida, los hacia muy variados y bautizaba con las más pintorescas denominaciones. Recuerdo el cóctel “felicidad”, que además de riquísimo,ka "euforia" que proporcionaba hacía honor al nombre. El local, diminuto, estaba decorado con cantidad de banderines que los estudiantes traían y enviaban desde sus países y comunidades de origen, al entonces famoso “Carballeira”, que así se apellidaba tambien el famoso coctelero. Hoy el establecimiento se ha convertido en una marisquería, que es mucho más rentable, supongo, y los que lo atienden ya nada tienen que ver con el aquel hombre encantador que nos hacia felices a todos con sus cócteles. ¡Un lujo para la época!, al que nos invitaban los galantes amigos, según era costumbre. ¡pobres chicos! En contrapartida, cuando a final de mes se habían quedado “sin blanca” compartíamos con ellos las "proteínas" que nos enviaban nuestras familias. Entonces o se iba a casa los fines de semana ni se hacian "puentes", solamente íbamos en vacaciones de Navidad y Semana Santa.
Comimos en un sitio agradable, en la Calle del Franco, la arteria gastronómica del casco monumental, al menos en número de bares y restaurantes, después tomamos un café en la terraza del bar Alameda, una institución que subsiste desde nuestra época estudiantil aunque con distinta trayectoria. Luego nos fuimos dando un paseo hasta el Hostal de los Reyes Católicos y allí estuvimos en la cafetería exterior desde la que se contempla la fachada de la Catedral. Entramos en ella, oramos ante el Apóstol, mezcladas entre gentes de todos los colores, lenguas y edades: jóvenes, menos jóvenes, de mi “quinta”, y con los de pelo totalmente blanco…
Ayuntamiento de Santiago de Compostela, frente a la Catedral
Turistas reponiéndose del cansancio
Hostal de los Reyes Católicos
Puerta principal del Hostal
y escudos de la fachada.
Adán y Eva,
bellas figuras tristemente mutiladas por la acción de los "vándalos".
bellas figuras tristemente mutiladas por la acción de los "vándalos".
Antes de despedirnos, dimos un largo paseo por las calles y plazas de Santiago.
Cambió la gente, cambiaron la mayoría de establecimientos, pero las bellas piedras de granito de cantería, con sus artísticos labrados, pero también impregnadas de líquenes y musgos que dejan la reiteradas lluvias, siguen en pie viendo pasar las diferentes generaciones que se detienen para admirar su belleza…
Líquenes, amarillos o blancos, viven en las piedras santiaguesas.
Fin de la jornada.
Hoy he pasado un día distinto, en Santiago, con Lolín, amiga de mis tiempos de estudiante. Ella es ya abuela. Yo podría serlo, pero no he tenido esa suerte.