El día 15 de este mes falleció mi madre, después de haber celebrado con ella, el día primero, la entrada del Nuevo Año 2008,en el que me obsequió con sus sonrisas. Fue la última vez que la vi bien, relativamente, dentro de las limitaciones y progreso de su devastadora enfermedad, un avanzado Alzheimer.
Como si se tratase de un gesto más de su bondad, los últimos días de su vida fueron para mí un regalo, una propina para las Navidades y para mi cumpleaños, el día de Reyes. La gravedad empezó el día 8, que la trasladaron a la enfermería de la residencia en la que se encontraba, y a la semana de estar allí, se fue silenciosamente, suavemente, sin dolor, cogida de mi mano yrecibiendo mis besos y todas las palabras que me inspiraron el amor y la ternura que sentía por ella.
Este triste acontecimiento coincidió con unos días de temporal en los que la lluvia resbalaba enlos cristalescomo las lágrimas lo hicieron por mis mejillas, pero hubo también algunos claros, y en el jardín de la residencia, habían florecido las mimosas. Quizás la Virgen de la Candelaria, que se celebra el 2 de febrero, fecha en la que habitualmente las mimosas están en su esplendor, quiso adelantar la floración para suavizar con su brillante colorido la negrura de la tempestad. Hasta una preciosísima abubilla, que jamás había visto antes en toda mi vida, se paseo tranquilamente por el jardín, delante de su habitación.
Igualmente en el drama del dolor real siempre hay algo que suaviza la escena, algo en lo que apoyarse: el amor y la ternura.
Un trabajo con valor añadido.
Hay cosas que deben decirse y escribirse, porque deben saberse.
En laResidencia de Asistidos de la Tercera Edad de Oleiros, de titularidad pública, en la que estaba ingresada mi madre, pude comprobar, durante el tiempo que permaneció en ella, sobre todo en el tiempo en que la acompañé en la enfermería, la profesionalidad, la dedicación y la entrega, que todo el personal del centro pone en su labor y que no es otra que la de asistir y cuidar a las personas mayores dependientes y enfermas. Todos, los médicos, los terapeutas de rehabilitación, el personal de enfermería, los gerocultores, los trabajadores sociales, los recepcionistas, el personal de servicios y de mantenimiento… ¡todos! No solo realizan bien su trabajo de cara a las personas mayores, a los residentes y enfermos, sino que también procuran que sus familiares, cuando acudimos a visitarlos, nos encontremos cómodos, apoyados siempre, pero sobre todo reconforta dos en los momentos críticos de incertidumbre y de dolor... Todo han sido gestos y palabras amables, incluido el calor de abrazos en los momentos más difíciles...Y esto ya no es solo el trabajo bien hecho de unos profesionales, sino que se trata de un trabajo con valor añadido, un incalculable valor, el valor impagable de lo cualitativamente humano, del toque de amor y de ternura de quien sabe hacer de su profesión y su trabajo un auténtico servicio a los demás.
Lo mismo que el color de las mimosas llena de luz el gris plomizo deuna tarde de invierno, el calor humano de los que trabajan combatiendo la enfermedad y acompañando en la muerte, son un bálsamo para el dolor del que abandona esta vida y un inestimable apoyo de solidaridad para el que sufre la pérdida de un ser querido.
Mil veces gracias por el amor y la ternura que mi madre y yo hemos recibido en esa Residencia. Mis flores son para ellos, para todo el personal que allí trabaja.
Esta página se la dedico a mi amiga Mari Carmen,“Picolina”.
Mari Carmen y yo en la actualidad
En nuestra época de estudiantes
“Picolina”:
Mari Carmen era mi compañera de estudios en Santiago de Compostela y también compañera de habitación en la residencia en que nos alojábamos. Desde entonces han pasado más de cuarenta años pero hemos conservado siempre la relación y amistad aunque no nos vemos con la frecuencia que nos gustaría. Ella vive en Vigo, está felizmente casada con José Luís, un apasionado del mar, y son padres de dos estupendas hijas: Mar y Estela.
El nombre de “Picolina”, “Picoli”, se lo pusimos las compañeras de estudios y residencia, con cariñosa ironía, porque precisamente no tenia nada de picolina, pequeña, porque era justo lo contrario, altísima para nuestra generación.
Os he presentado a esta amiga porque ella es la causante de este post. ¿Por que? Porque "Picoli" siempre conservó (yo lo extravié) un escrito titulado "¡VEN!" que, en el inciso de una tarde lluviosa que estábamos estudiando, yo improvisé, en un momento de inspiración o acaso anhelo, melancolía, inquietudes de futuro, ansias de amor… ¡No sé!
Hace poco, y en una visita que "Picoli" me hizo en Coruña, me trajo el escrito que ella ha conservado y leído muchas veces porque dice que siempre le gustó mucho, y este es el motivo de que hoy lo incluya en el post.
“¡VEN!” pertenece a mi época de juventud y me permite recordar ahora sentimientos de entonces. Lo que no recuerdo del mismo modo es en quien estaría yo pensando cuando lo escribí. Posiblemente en nadie concreto, quizá tan solo fuesen deseos de amor, sin más.
Esto es lo que escribí una tarde de invierno en Santiago, cumplidos ya los veinte años, quizás soñando con el amor.
Atardecer en Playa América, Nigrán.
(Foto hecha en casa de Mari Carmen, en esa época)
Resulta curioso encontrarse con el pasado romántico de la juventud, en nuestros viejos escritos. Y también con esos miedos...
¿Conserváis también vosotros "papeles", cartas, notas, diarios, de entonces? ¿Os reconocéis en lo que escribíais?
WOODY ALLEN Y LA NEW ORLEÁNS JAZZ BAND El poder mediático de Woody Allen Woody clarinetista
Sabéis que me gusta el jazz porque ya puse varios posts sobre este tipo de música. Bien, pues uno de los conciertos extraordinarios que nos brindó la Fundación Pedro Barrié de la Maza, ha sido el denominado “Concierto de Reyes: Woody Allen and his New Orleáns Jazz Band”, que se celebró el pasado día 3 del recién inaugurado Año 2008, en el Palacio de la Opera de Coruña.
Los prolegómenos del concierto. Conseguir una invitación
Estos conciertos que organiza la citada Fundación son gratuitos pero tienen el inconveniente de queel día que se dan las entradas (generalmente la víspera, a las 8 de la tarde), la gente hace colas con muchas horas de antelacióncuando el concierto promete calidad o atractivo. Yo podría estar tres horas o cuatro a lo sumo en la cola pero no más. Los dos conciertos anteriores, uno de Caetano Veloso y otro de Ornette Coleman (en los que tenia yo mucho interés) me quede sin ir por no llegar a la cola con la antelación adecuada (¡una exageración!). Para este concierto ya había desistido de hacerme con la entrada porque sabía que el solo nombre de Woody Allen, aunquenoguste el jazz, iba a atraer mucho público por el poder mediático que despierta el original neoyorkino, y no como músico precisamente sino fundamentalmente como cineasta. Hay muchas personas que quieren ver a WoodyAllen,no escuchar jazz. Esto lo reconoce y ha declarado así el propio Allen.
Mi interés en esta ocasión era escuchar la New Orleáns Jazz Band y disfrutardelestilo y los ritmosdel jazz/dixieland, hot jazz, clásico jazz de New Orleáns… y, por supuesto, escuchar también, como novedad y curiosidad, a Woody Allen, al que admiroa través del celuloide. Su faceta como escritor no la conozco (no he leído aún ningún libro suyo) pero a juzgar por los diálogos y argumentos de sus películas supongo que será interesante.
Había desistido de ir al concierto por no poder estar horas y horas en la cola, que se formó la víspera, desde las 8 de la mañana (12 horas antes de que se distribuyeran las localidades) y de la que os pongo unas fotos ilustrativas y anecdóticas, cuando una amiga con la que contacté me ofreció una invitación. Para mi ha sido un auténtico regalo de Reyes.
Delante de la Fundación, se inicia la cola desde primeras horas de la mañana
Un grupo de jóvenes organizados comodamente que se lo toman con humor
Son las 15,30 de la tarde. Jóvenes sentados delante de las entidades bancarias de la zona. Llevar sillas, un termo con café, el ordenador, sirve para pasar el tiempo.
El concierto.
El Palacio de la Opera, con un aforo de más de 1,700 localidades, estaba a rebosar. Mi entrada era estupenda, en la segunda fila de butaca y bastante centrada. Al llegar me sorprendió una nube de fotógrafos de prensa, pero por supuesto no era por mi, jajá,sino por las “fuerzas vivas” coruñesas, políticas y económicas, que se estaban acomodando en una zona próxima.
La entrada de los músicos y de Woody Allen en el escenario fue acogida con grandes aplausos. Woody se acercó al micrófono y nos invito a relajarnos y disponernos a disfrutar de un rato de entretenimiento, y sin más, Woody y la banda empezaron a impartir el son alegre y rítmico del jazz/dixieland que caracteriza el llamado estilo de New Orleáns, o jazz clásico, propio de los años veinte. (El dixielandes fruto de la influencia de los blancos y criollos, agilizando los tiempos y desarrollando más las improvisaciones, a la vez que las estructuras tienen una menor influencia africana)
Woody Allen y la New Orleáns Jazz Band en pleno concierto
Este estilo de jazz, al que se ajustó perfectamente el concierto, se encuadra en el llamado también jazz hot(caliente) o jazz anterior a los años treinta, siendo una versión elemental del mismo y que consiste en tomar un tema principal y sobre él hacer largas variaciones melódicas, con tiempos no demasiado rápidos sino más bien medios o lentos.
El repertorio hizo referencia, al igual que en el jazz estilo New Orleáns, a marchas, espirituales, variaciones de bluesyotros cantos de origenpopularesde la población negra… Las tres líneas melódicas básicas, y de acuerdo con este estilo de jazz, fueron interpretadas por Simón Wettenhall, trompeta, Jerry Zigmont,trombón yWoody Allen, clarinete. El acompañamiento rítmico lo formaban Eddy Davis, (director musical de la banda) con el banjo, Conal Fowkes, al piano, Gregory Cohen, en el contrabajo y John Gill en la batería. Jerry Zigmont hizo también de voz ocasional, en alguna de las piezas aunque no fue el único. Por ejemplo, Conal Fowkes, cantó, con alegría y sentido del humor, el “Para Vigo me voy”, conocida obra de Lecuona, al final del repertorio, y que el público coreo con entusiasmo.
Woody presenta a los componentes de la banda
Simon Wettenhall (trompeta)
Jerry Zigmont (trombón) (y voz ocasional)
Eddy Davis (banjo) Director musical del grupo
Gregory Cohen (contrabajo)
Conal Fowkes (piano) (cantó con gracia "para Vigo me voy")
John Gill (batería)(también voz ocasional)
El banyista Eddy Davis, estuvo siempre atento a las notas de Woody Allen
En su conjunto, el concierto más que destacar por el virtuosismo instrumental de los interpretes, destacó por un buen hacer muy aceptable, por la armonía y compenetración del grupo, así como por el tono distendido y de camaradería de los componentes de la banda, que parecían estar tocando como un grupo de amigos que lo pasan bien interpretando y en la misma línea que supongo es la habitual cada lunes cuando tocan en el Club Carlylede la ciudad de New York. El repertorio elegido, del que Woody Allen se encargaba de ir indicando al trompeta que iniciase la melodía correspondiente a cada obra, y el propio jazz clásico, interpretado al más puro estilo de New Orleáns, incluido el agradable sonido del banjo y el uso de sordina en la trompeta y trombón, contribuyeron a que el público disfrutase de dos horas de alegre ritmo.
Woody firmando autógrafos después de finalizar el concierto
Al final, y después de que la banda recibiese calurosas ovaciones de despedida, Woody Allenamablemente respondió al reclamo de unos cuantos fans (de su faceta cinematográfica, supongo) para que les firmase un autógrafo. Cuando presintió que aquello podía “desmadrarse” hizo rápidamente mutis por el foro.
En definitiva ha sido un concierto de jazz, agradable y alegre, con el aliciente de “ver” y "escuchar" a Woody Allen en su papel de clarinetista y miembro de una banda musical. Otra faceta más de este genial actor, director de cine y escritor. Woody sabe disfrutar de sus aficiones y hacer disfrutar a los demás ¡Fue un placer!
Anexo: 7-11-2010
Y por si interesa,s añado n un video grabado en el Club Carlyle de Nueva York en el que W. Allen suele tocar con la Jazz Band.
Un saludo desde Coruña, "la ciudad en la que nadie es forastero"
Estrenamos un Nuevo Año.
Estoy muy contenta.El ser que más quiero, mi madre, me sigue regalando su presencia. Creí que, debido al agravamiento de su enfermedad, ella no llegaría al 2008, pero los buenos deseos de felicitación que me habéis prodigado todos para este Año, se han cumplido, y gracias a ello hoy he podido seguir prodigándole mis besos, mirarme en sus ojos y decirle que la quiero. Considero un regalo del Año Nuevo su presencia.
Para todos vosotros, para vuestras familias, mis mejores deseos para el 2008.