Excursiones de domingo.
Por otras páginas del blog sabéis que de vez en cuando me gusta ir de excursión con los Amigos dos Museos de Galicia "Portas Ártabras", por tratarse de un grupo muy agradable y porque su presidente, Felipe Senén, hace que, con sus interesantes explicaciones e información, el autobús y el viaje se convierta en una amena aula de cultura, en la que nos da a conocer múltiples historias y datos sobre los pueblos y aldeas, sobre los habitantes, sus costumbres y modos de vida.
Os comentaré en esta página algo de la última excursión que hice con la Asociación a O Courel, el domingo 24 de agosto.
Del azul al verde.
Montes de O Courel
Los brezos son una constante en este bello paisaje gallego.
En el anterior post de este blog, titulado Mareas Vivas, en el que mostraba un mar embravecido que podía ver desde mi ventana, añadíais en vuestros comentarios, alabando la belleza del mar, que envidiabais mi oportunidad de contemplarlo a diario...
Aunque me gusta muchísimo el mar y no podría vivir sin el porque nací en sus orillas, envidio también las oportunidades de subir a las montañas y a los montes, de poder contemplar la belleza de los tonos verdes de bosques y de prados, de los matorrales y de las flores silvestres que crecen en los campos, de escuchar el correr de los ríos sorteando obstáculos, de admirar el encanto paisajístico de los meandros de sus orillas, que en ocasiones forman sosegados arenales que semejan playas, de observar los extensos cultivos de la vid que en las laderas de los montes forman maravillosas obras de ingeniería humana ("socalcos" se llaman en Galicia, a los bancales horizontales hechos con pequeños muros de piedra para sujetar la tierra que alimenta la cepa y que tienen sus máximo exponente en las angostas Riberas del Sil), de conocer la fauna de las tierras del interior, en definitiva, de contrastar paisajes y costumbres, de participar de la cultura de otras gentes.
Sierra del Caurel o Serra do Courel (en gallego)
Parque natural
La Serra do Courel es uno de los más bellos paisajes de la Galicia del interior, que por suerte todavía guarda los vestigios de su pasado histórico y conserva el encanto de lo autóctono en su flora y en su fauna, así como una arquitectura popular de cientos de años, en las casas de sus pueblos y aldeas, que esperamos sean reconstruidas acertadamente antes de que el desinterés pueda llevarlas a la ruina total.
En estos mapas que acompañan el texto (tomadas de la web "serradocourel.es" que facilito, al final del post, como un buen enlace para ampliar la información), puede verse su ubicación en Galicia, concretamente en el sureste de la provincia de Lugo, estando su núcleo principal en Folgoso do Courel, que dista 85 kilómetros de la capital lucense.
La Serra do Courel consta del elevadas montañas, de lineas suaves y de profundos valles, formados por el curso de sus ríos de los cuales el principal es el Lor, afluente del Sil, que discurre de norte a sur por toda la Sierra.
En nuestro trayecto (del azul al verde, de Coruña a Lugo) hemos accedido a la Sierra a partir del pueblo de Quiroga, donde paramos a tomar café, siguiendo luego el eje principal que va en dirección a Piedrafita, primero ascendiendo hasta la cumbre del Alto do Boi y luego descendiendo hacia Folgoso, para continuar después a la aldea de Seceda para visitarla.
De no ir con Felipe Senén quizás no hubiéramos reparado en las importantes huellas geológicas de lo que denominan "montes plegados". Existen también en esta Sierra vestigios de pasadas glaciaciones.
Vestigios de "montes plegados" al alcanzar las primeras estribaciones de la Sierra. Forman una especie de "z" rocosa que puede apreciarse en la foto, aunque esta es de muy mala calidad, debido a la distancia, movimiento y falta de pericia.
Vestigios de "montes plegados" al alcanzar las primeras estribaciones de la Sierra. Forman una especie de "z" rocosa que puede apreciarse en la foto, aunque esta es de muy mala calidad, debido a la distancia, movimiento y falta de pericia.
Al principio el paisaje es suave, pero una vez cruzado el río Lor en su parte más ancha empieza un ascenso destacado en el que ya se pueden observar importantes cambios, apreciando como los montes muestran las huellas de su pasado geológico y la flora comienza a mostrarse en todo su esplendor, en una constante variedad, según la alternancia entre cumbres y valles.
En la medida que nos adentramos en la Sierra la vegetación de castaños, robles, , hayas, avellanos, abedules, tejos, acebos, y hasta piornales en las zonas más altas, se hace cada vez más intensa.
Río Lor
El río Lor, en algunos tramos, salta bullicioso desde los puntos más altos a los tranquilos valles, sorteando los lechos pedregosos donde nadan felices las truchas . No he conseguido hacer ninguna foto desde el coche de estos rápidos, por defecto de luz y exceso de arbolado en sus orillas, además del consabido vaivén producido por el autobús al transitar por una sinuosa y accidentada carretera en obras .
Hemos visto, en los primeros valles, algo de vid, aunque aquí las cepas no estaban en forma de "socalcos" como lo están en las riberas del Sil y que tanto llaman allí la atención.
Como sustrato geológico predomina la pizarra. El hierro y el oro han sido también una seña de identidad de estas tierras en la época romana , haciéndose la explotación del oro a cielo abierto en el modo conocido como "ruina montium", pudiendo apreciarse actualmente, por tal motivo, que la cima de algunos montes forma una silueta puntiaguda semejante a un queso de tetilla. ¿Recordáis cuando versábamos sobre los montes de Las Médulas, en la provincia de León, y la explotación romana del oro?
Conforme nos adentramos en la Sierra , el paisaje es cada vez más hermoso. ¡Lastima que desde el coche no pude conseguir buenas panorámicas! De cualquier manera la Sierra es un lugar único para hacer senderismo, ubicándose durante unos días o u fin de semana en uno de sus núcleos principales. A mi ya me está vedado el placer de internarme a pie en sus bosques y vadear sus ríos. Mi esqueleto, "el mecano", como le llama una amiga mía, está un poco deteriorado y no resiste la marcha.
Los núcleos de población, 45 en total para una población de 1924 habitantes, se reparten entre 193 Km2, dando una densidad de 9,9 habitantes por kilómetro lo que hace a esta Sierra una de las zonas menos pobladas de Galicia.
Uno piensa como sería aquí la vida hace años, cuando no había ni las carreteras ni los actuales medios de transporte. Si existe curiosidad puede leerse en uno de los enlaces, al final del texto, referencia interesantes sobre la vida de los albarderos, personas que se trasladaban por los senderos de los valles y montañas hasta las tierras leonesas para comprar y vender artículos necesarios, y que constituían un especial y particular "nexo" entre los pueblos y aldeas.
Las aldeas estaban entonces totalmente aisladas entre montañas. Aun hoy impresiona verlas desde lo alto de la carretera engullidas por la frondosidad del paisaje. ¿Y que seria de estas aldeas en los largos inviernos de lluvia, nieve, nieblas, y lobos?
Además de lobos, también había osos, pues no otra cosa indica la huella de las antiguas "albarizas" (encontrareis referencia en los enlaces), unos cercados en forma de círculos , protegidos por muros hechos con piedras para preservar las colmenas de miel del hambre y de la glotonería de los plantígrados. Quedan muestras de estos emplazamientos para la producción de miel en los montes de Louzara, cerca de la aldea de Seceda. Quise hacer fotos desde el coche pero no lo conseguí por no ir ubicada en el asiento propicio.
Una pequeña capilla está insertada en la aldea, en armonía con el resto de las casas.
Son frecuentes los balcones de madera, buscando la luz y el sol.
Los núcleos de población, 45 en total para una población de 1924 habitantes, se reparten entre 193 Km2, dando una densidad de 9,9 habitantes por kilómetro lo que hace a esta Sierra una de las zonas menos pobladas de Galicia.
Uno piensa como sería aquí la vida hace años, cuando no había ni las carreteras ni los actuales medios de transporte. Si existe curiosidad puede leerse en uno de los enlaces, al final del texto, referencia interesantes sobre la vida de los albarderos, personas que se trasladaban por los senderos de los valles y montañas hasta las tierras leonesas para comprar y vender artículos necesarios, y que constituían un especial y particular "nexo" entre los pueblos y aldeas.
Las aldeas estaban entonces totalmente aisladas entre montañas. Aun hoy impresiona verlas desde lo alto de la carretera engullidas por la frondosidad del paisaje. ¿Y que seria de estas aldeas en los largos inviernos de lluvia, nieve, nieblas, y lobos?
Además de lobos, también había osos, pues no otra cosa indica la huella de las antiguas "albarizas" (encontrareis referencia en los enlaces), unos cercados en forma de círculos , protegidos por muros hechos con piedras para preservar las colmenas de miel del hambre y de la glotonería de los plantígrados. Quedan muestras de estos emplazamientos para la producción de miel en los montes de Louzara, cerca de la aldea de Seceda. Quise hacer fotos desde el coche pero no lo conseguí por no ir ubicada en el asiento propicio.
Seceda
Una muestra de la belleza de las aldeas medievales de O Courel.
Al irnos acercando a Seceda, al igual que en las otras aldeas de estas Sierra, puede apreciarse en primer lugar la belleza de los bosques de castaños (soutos) que los rodean y que constituían la principal riqueza para la obtención de madera y de castañas, alimentación básica de sus habitantes.
En medio del souto, destaca la aldea con sus tejados de pizarra, típicos de la zona.
Felipe Senén explicando, al visitar la aldea, los detalles de las casas, su mampostería seca, en muchas de las cuales el color rojizo delata el contenido en hierro de la misma, sus aleros de madera, así como algunas de las innovaciones introducidas para hacerlas más habitables en la actualidad. Es también llamativo el pavimento aprovechando recortes de pizarra, al igual que en los tejados, solo que estos llevan losas de mayor tamaño
Las siguientes fotos son una muestra del recorrido. Se pueden agrandar haciendo clic en ellas, para ver mejor los detalles, que, en algunos casos, merecen la pena.
Un carro típico, con ejes de madera, que hoy es pieza de museo.
Una pequeña capilla está insertada en la aldea, en armonía con el resto de las casas.
Se sitúan muy próximas unas a otras o para protegerse del frío y de la nieve.
Son frecuentes los balcones de madera, buscando la luz y el sol.
Aproximan los tejados entre ellas, para procurar pasos abrigados sobre el pavimento, ante las inclemencias del tiempo.
Instalación de un pajar, aprovechando el espacio entre dos casas.
Según nos informó Felipe Senén, en esta aldea han dirigido y hecho trabajos de restauración, voluntaria y gratuitamente, un grupo de alumnos y profesores de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Coruña. Un ejemplo que debe cundir. El proyecto fue también apoyado por diferentes Administraciones y por supuesto contó con el esencial apoyo de los vecinos.
Salvar el patrimonio es salvar nuestra historia, nuestras raíces, nuestra identidad como pueblo, nuestra cultura.
Salvar el patrimonio es salvar nuestra historia, nuestras raíces, nuestra identidad como pueblo, nuestra cultura.
El "souto"
En muchos soutos (bosques de castaños, en gallego) es frecuente ver árboles grabados con una marca o inicial, que pueden hacer referencia a su propietario o alguna otra indicación.
Paisaje entre Seceda y Seoane.
En esta foto se pueden apreciar los montes en pico cortado (suavizados por la erosión), como huella de la extracción de oro mediante el procedimiento de "ruina montium" que utilizaron los romanos para su extracción.
A 6 kilómetros de Seceda nos paramos en un alto, desde donde se va al Castro de la Torre, datado entre los siglos II y IV a.C., y del que no os puedo mostrar una foto porque yo no lo visité, debido a que el acceso, aunque corto, era muy pronunciado y mis rodillas me limitan las panorámicas. ¡Que le vamos a hacer! ¡Veo lo que puedo!
De allí nos fuimos a Seoane, el segundo núcleo de más entidad, después de Folgoso, donde teníamos organizada la comida en un mesón llamado "Anduriña", que significa golondrina en gallego y desde cuyo comedor seguimos contemplando los montes y los bosques de castaños.
Allí no solo disfrutamos de las vistas sino que también, como era de justicia después de tanto ir y venir, de una excelente comida típica de la zona. De primero, una ensalada caliente con grelos, lacón, chorizo y castañas cocidas, que estaba buenísima. Después truchas de los ríos de la zona, que estaban deliciosas por su frescura. Finalmente, y como tercer plato, cabrito asado, muy tierno y estupendamente cocinado. De postre bizcocho con requesón. Vinos de la tierra, pan riquísimo... En fin, que no solo nos alimentamos de la belleza del paisaje.
Allí no solo disfrutamos de las vistas sino que también, como era de justicia después de tanto ir y venir, de una excelente comida típica de la zona. De primero, una ensalada caliente con grelos, lacón, chorizo y castañas cocidas, que estaba buenísima. Después truchas de los ríos de la zona, que estaban deliciosas por su frescura. Finalmente, y como tercer plato, cabrito asado, muy tierno y estupendamente cocinado. De postre bizcocho con requesón. Vinos de la tierra, pan riquísimo... En fin, que no solo nos alimentamos de la belleza del paisaje.
Muestra de la "ensalada caliente" o lo que es lo mismo, grelos con lacón y castañas.
Por la tarde, camino de regreso a Coruña, visitamos la aldea, también muy interesante, de Vilamor, unas cascadas, etc. pero se me acabó la tarjeta de la cámara y no puedo mostrar los bellos lugares, así que os remito a unos enlaces donde, los interesados podrán amplia información.
Una mujer disfrutando del paisaje
Esta foto, hecha al salir de Seceda, simboliza muy bien el recuerdo que me queda de la Serra do Courel: un lugar de paz, un espacio maravilloso, para, con los pies en la tierra, tocar el cielo. Un lugar donde el hombre se encuentra en armonía con la naturaleza. Quiero volver, pero a "estar", no solamente a "pasar".
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