DE ACÁ PARA ALLÁ, Y DE ALLÁ PARA ACÁ, SOBRE LAS OLAS DEL ATLÁNTICO
El riesgo de temporal obliga a atracar en el puerto de Coruña, a la "JASCON 27", interrumpiendo su rumbo hacia Nigeria
*De paseo por el Puerto coruñés.
El sábado 26 me encontraba ausente de Coruña, y no me enteré de la llegada a la Ciudad de la "Jascon 27", una antigua cárcel flotante, procedente de Portland (Inglaterra), con destino a Nigeria. Casi siempre que llega al puerto un trasatlántico o algún buque interesante suelo desplazarme hasta los muelles para verlo, porque casi siempre constituye un aliciente visual y cultural que no conviene perder.
El domingo estuvo un día malísimo, con viento, lluvia y frío, con lo cual opté por no salir de casa, pero ayer, lunes ya no me pude resistir y aproveche que la lluvia dio una pequeña tregua para ir hasta la parte del puerto que más me gusta, la de los remolcadores y grúas de descarga. Desde muy pequeña siento pasión por las grúas, esa especie de jirafas de hierro, chirriantes cuando se desplazan y que parecen saludar cuando oscilan y alzan su "cabeza". Es ahí donde casi siempre empiezo o termino mis paseos.
No bien empiezo a andar diviso entre las grúas, una mole flotante, ¿Qué es aquello? Un barco no es. Parece un edificio, pero es imposible que haya surgido de la nada en el par de días que hace que no paseo por el puerto. La mole oculta la visión de las famosas casas de galerías acristaladas, que son emblema de la Ciudad y la dársena de embarcaciones deportivas del Real Club Náutico.
Lo mejor será ir hacia al muelle de los trasatlánticos y descifrar el enigma.
Justo en ese momento, asomando entre las nubes negras, un rayo de sol ilumina el objeto de mi interés. Lo fotografío desde los antiguos remolcadores que tanto me gustan.
Me voy acercando... Estoy intrigada.
Ya estoy más cerca de la mole flotante, pero tengo que salir de esta parte del puerto para ir al muelle de trasatlánticos que es donde está atracada.
*¿Qué es esto?
Parece un edificio pero... Las ventanas tienen rejas y todo es demasiado sobrio y austero.
Parece un edificio pero... Las ventanas tienen rejas y todo es demasiado sobrio y austero.
Un señor acompañado de una chica, que caminan delante de mi, le va explicando los pormenores del tema, según había leído el domingo en el diario "La Voz de Galicia" y yo, sin proponérmelo, me voy enterando de lo esencial. Luego, al llegar a casa busqué el periódico que tenía aún sin leer y maticé los detalles, que tan bien ha relatado el cronista Emiliano Mouzo.
La "Jascon 27" tiene una larga historia, vivida a uno y otro lado del Atlántico.
Su signo ha sido ir de acá para allá y viceversa.
De sólida estructura de acero, la "Jascon 27", que tiene 102 metros de eslora, 27 de puntal y 26 de manga, y que pesa 13.200 toneladas, fue construida en Suecia. El Reino Unido la compró en 1982 y la llevó hasta el otro lado del Atlántico, hemisferio sur, para utilizarla como alojamiento de las tropas británicas en la guerra de Las Malvinas. Después de este episodio y una vez que ya no era necesaria esta infraestructura, la compró el gobierno de Estados Unidos, tomando el rumbo del Atlántico Norte, hasta Nueva York para, con el nombre de "Weare", convertirse en una prisión flotante, con capacidad para 400 reclusos.
Como si se tratase de un barco que echase de menos navegar, de acá para allá, en 1977, cruzó de nuevo el Atlántico para volver a ser utilizada por el gobierno inglés, que la hizo fondear en Dorset, al suroeste de Inglaterra, haciendo funciones complementarias a la prisión de Verne, dando cabida hasta 400 reclusos, con condenas superiores a cuatro años.
Ahora, en el siglo XXI, fuera ya de servicio como prisión inglesa, esta mole flotante no se resigna a la quietud. Una empresa privada la ha adquirido, remodelando su interior, para convertirla en un hotel de 500 plazas, para dar alojamiento a trabajadores de una compañía petrolífera que hace extracciones en las costas de Nigeria. De la construcción original como prisión conserva, en el exterior, las rejas de las ventanas, las alambradas y espinos metálicos de las terrazas, el enrejado metálico de los pasillos y accesos exteriores, y ese aire hermético, gris y sobrio de su pasado carcelario. El actual confort interior, con salas de recreo, juego y gimnasio, así como la disponibilidad de cabinas individuales, convenientemente equipadas de piezas de aseo y medios audiovisuales, equilibra su aspecto de austeridad.
Para terminar el paseo y hacer unas fotos del conjunto, además de aprovechar para tomar un refrigerio, toda vez que la lluvia amenazaba de nuevo, subí al restaurante del Centro de Ocio del Puerto.
Y de allí para casa. De allá para acá, a la inversa que la mole flotante, que desde aquí seguirá rumbo a Nigeria, cuando amaine el temporal de viento que hay en alta mar.
¿Llegaran las cárceles a quedar fuera de servicio y convertirse en hoteles?
Enlace: Noticia en La Voz de Galicia.
http://www.lavozdegalicia.es/galicia/2009/12/27/0003_8194350.htm