Día Internacional del Libro.
Leer y escribir, escribir y leer, son dos aspectos de una misma realidad, la comunicación. a través de la palabra signada, independientemente de los variados soportes que la vienen sustentando a lo largo de la historia.
El soporte material de la palabra se adapta a los tiempos y a los avances científicos, porque el saber, la ciencia. el conocimiento, el pensamiento -todo ello no exento del sentimiento y de las pasiones que acompañan la creación humana- necesitan fluir, expandirse, conformando el acervo cultural que se transmite entre las distintas generaciones y entre los diferentes pueblos. ¡Que sería de nosotros sin los libros! ¡Sin los instrumentos (en cualquier modalidad) del conocimiento, de la comunicación!... Sabemos que hay otros medios, además de la palabra impresa para comunicarse, pero ésta, transciende, permanece.
Hoy, Día del Libro, ha sido para mi una buena ocasión para revisar el estado de mi salud, en relación con la palabra, con la lectura, en soporte papel.
Por ello, me fui por la mañana temprano a los Cantones de Coruña, donde algunos libreros han abierto casetas, aunque acuden en menor número que cuando es la Feria del Libro del verano. El Ayuntamiento instaló, junto a las casetas, un consultorio de lectura, donde, en plan simpático por supuesto, hacen diagnóstico y prescripciones sobre el tipo de lecturas adecuadas a cada paciente, y en las dosis convenientes.
El soporte material de la palabra se adapta a los tiempos y a los avances científicos, porque el saber, la ciencia. el conocimiento, el pensamiento -todo ello no exento del sentimiento y de las pasiones que acompañan la creación humana- necesitan fluir, expandirse, conformando el acervo cultural que se transmite entre las distintas generaciones y entre los diferentes pueblos. ¡Que sería de nosotros sin los libros! ¡Sin los instrumentos (en cualquier modalidad) del conocimiento, de la comunicación!... Sabemos que hay otros medios, además de la palabra impresa para comunicarse, pero ésta, transciende, permanece.
Hoy, Día del Libro, ha sido para mi una buena ocasión para revisar el estado de mi salud, en relación con la palabra, con la lectura, en soporte papel.
Por ello, me fui por la mañana temprano a los Cantones de Coruña, donde algunos libreros han abierto casetas, aunque acuden en menor número que cuando es la Feria del Libro del verano. El Ayuntamiento instaló, junto a las casetas, un consultorio de lectura, donde, en plan simpático por supuesto, hacen diagnóstico y prescripciones sobre el tipo de lecturas adecuadas a cada paciente, y en las dosis convenientes.
La receta está en gallego, claro, y es que mis dolencias están en relación a mi lengua materna, que, tristemente, no me fue enseñada en la infancia. Ni en mi entorno familiar, ni en el colegio ni en mi ciudad, departamental y militar, en la que nací y viví, se hablaba el gallego.
En mis años juveniles el principal contacto con el gallego escrito me lo proporcionó una amiga poeta, Xohana Torres, cuyo primer libro de poemas en gallego, "Do Sulco" vio la luz en 1957, editado por Galaxia. Xohana me introdujo en la literatura gallega de los clásicos y me animaba a que estudiase y escribiese en nuestra lengua, pero no pasé de la lectura. Ella se fue a vivir a Vigo, yo a estudiar en Santiago y luego a trabajar lejos de Galicia... Pero bueno, no hay disculpa, de siempre arrastro esta deuda pendiente conmigo misma, esta dolencia que como otras muchas que tengo, no abordo de raíz.
Estos días leyendo la prensa local tuve ocasión de obtener datos estadísticos sobre el uso del gallego en Galicia, y resulta doloroso comprobar que solamente el 5% de los gallegos, manifiestan leer habitualmente en su lengua. Yo ni siquiera estoy entre ese ese cinco por ciento, porque aunque leo gallego no lo hago con asiduidad. De eso me fui a lamentar ante la "bibliotecaria de cabecera". Ahora voy a seguir sus "prescripciones".
Como mínimo voy a leer cada día media hora en la lengua de Rosalía. Y para el otoño próximo (éste tengo ya el calendario cubierto) iré a clase de gallego y a un taller de lectura en este idioma, que ahora han empezado a organizarse en algunas bibliotecas públicas.
Con mi receta en el bolso, hice un paseo, aunque hacía algo de niebla y el tiempo no animaba mucho, parándome en las casetas de libros y en las librerías que tenían ofertas de libros expuestos en la calle. Compré cuatro libros y también -a falta de quien me la regalase- una rosa, para festejar el San Jordi, a cuya celebración me acostumbró un antiguo amigo catalán. Una fiesta bonita que combina galantería y cultura.
Dos de los libros que me compré -los otros son para regalar- ya los había leido hace unas semanas pero me interesa tenerlos. Son éstos.
*- Uno es "Festina Lente", de Marcos Calveiro, escrito en gallego por un autor, desconocido para mi hace unos meses, y que considero un auténtico
descubrimiento. Versa, en sencillo resumen, sobre la vida de un encuadernador, instalado en Santiago de Compostela a mediados del siglo XVII. Su destacado nivel artesanal en el tratamiento de la encuadernación, restauración y dorado de libros y códices le relaciona con el Cabildo catedralicio, y con miembros, inquisidores, del Santo Oficio; con peregrinos y nobles de la época, y también con prestigiosos maestros pertenecientes al gremio de la cantería y de la construcción de iglesias y catedrales, que celosamente guardaban las claves de su saber en un códice secreto, que es el desencadenante de la intrigante trama de la obra.
Destaca en este libro, la ambientación detallada y muy documentada (se nota que hay un gran trabajo de investigación previa), tanto de la ciudad compostelana como de otras ciudades y pueblos gallegos, tal como eran en la época, del quehacer de sus gentes, sus costumbres, sus oficios...
Y me gusta también el gallego que utiliza, muy difícil para mi en esta obra por su nivel culto. A pesar de no entender muchas palabras, consiguió que me dejara llevar por el ritmo y la musicalidad de las palabras. Tiene una forma de narrar y un vocabulario que cautiva.
Lo compré por eso, porque me gusta y porque quiero leerlo despacio, recreándome en la palabra, aprendiendo... "Festina lente". Ir despacio para llegar más lejos. Leerlo despacio para saborearlo mejor. No tener prisa.
descubrimiento. Versa, en sencillo resumen, sobre la vida de un encuadernador, instalado en Santiago de Compostela a mediados del siglo XVII. Su destacado nivel artesanal en el tratamiento de la encuadernación, restauración y dorado de libros y códices le relaciona con el Cabildo catedralicio, y con miembros, inquisidores, del Santo Oficio; con peregrinos y nobles de la época, y también con prestigiosos maestros pertenecientes al gremio de la cantería y de la construcción de iglesias y catedrales, que celosamente guardaban las claves de su saber en un códice secreto, que es el desencadenante de la intrigante trama de la obra.
Destaca en este libro, la ambientación detallada y muy documentada (se nota que hay un gran trabajo de investigación previa), tanto de la ciudad compostelana como de otras ciudades y pueblos gallegos, tal como eran en la época, del quehacer de sus gentes, sus costumbres, sus oficios...
Y me gusta también el gallego que utiliza, muy difícil para mi en esta obra por su nivel culto. A pesar de no entender muchas palabras, consiguió que me dejara llevar por el ritmo y la musicalidad de las palabras. Tiene una forma de narrar y un vocabulario que cautiva.
Lo compré por eso, porque me gusta y porque quiero leerlo despacio, recreándome en la palabra, aprendiendo... "Festina lente". Ir despacio para llegar más lejos. Leerlo despacio para saborearlo mejor. No tener prisa.
*-El otro libro es "La cocina de la escritura", de Daniel Cassany (catalán).
Es un libro que me recomendaron en el taller de escritura al que estoy asistiendo y que me prestó la profesora. Como lo he encontrado útil e interesante, además de bastante pedagógico, por intercalar ejercicios prácticos en el texto, también me lo compré para repasarlo todas las veces que me haga falta, pues siempre tengo dudas. Y tener un buen libro en estos temas es como tener al profesor en casa.
Es un libro que me recomendaron en el taller de escritura al que estoy asistiendo y que me prestó la profesora. Como lo he encontrado útil e interesante, además de bastante pedagógico, por intercalar ejercicios prácticos en el texto, también me lo compré para repasarlo todas las veces que me haga falta, pues siempre tengo dudas. Y tener un buen libro en estos temas es como tener al profesor en casa.
Ahora me voy corriendo para participar en una manifestación en pro de la lectura, que se celebra esta tarde en la Ciudad, reuniéndose el público a leer en frente del obelisco, situado en la zona del centro y de los cantones, para hacer verdad el lema de esta campaña del Día del Libro:
" Coruña, la ciudad que lee".
Me voy a leer...