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Plaza de Fonseca en Santiago de Compostela
Con la primavera ha llegado un nuevo fotógrafo del "minuto", dispuesto a dejar impreso en el papel las imágenes de aquellos turistas y transeúntes que deseen conservar un recuerdo de su paso por la Ciudad del Apóstol, tan escaso y tan "retro" como es tener una foto analógica, hecha con un antiguo modelo de cámara fotográfica, guarnecida en un cajón de madera , que alberga un diminuto y rudimentario laboratorio en sus entrañas y que, para manipular con sus manos, el fotógrafo protege con un paño negro y oscuro con el propósito de evitar la entrada de la luz durante el revelado de la foto, que luego aclara del hiposulfito en un cubo con agua, colgado a veces del propio trípode que sostiene el conjunto, y foto que, finalmente, se seca al sol o al aire, sujeta con una pinza sobre un rústico cordel.
Los fotógrafos del "minuto" aparecieron por primera vez, como elementos habituales en parques y plazas de toda Europa, a finales del XIX y principios del XX, haciendo asequible la fotografía a las clases populares que no podían pagar la asistencia a un buen estudio. Así, unos lo hacían por necesidad (muchos militares desplazados, jóvenes parejas de enamorados, niños...) para enviar a sus familias, y otros simplemente como festivo entretenimiento. A mediados del siglo XX, al menos en España, la llegada de otras cámaras más asequibles y de fácil manejo, desplazaron a las anteriores, y solo unos cuantos antiguos fotógrafos permanecieron hasta la vejez en sus habituales emplazamientos.
Fue durante mi estancia en Santiago, el jueves de la pasada semana, que, cruzando la Plaza de Fonseca frente a la antigua Facultad de Farmacia, inmortalizada en las canciones de la tuna, divisé con alegría una de esas viejas cámaras de cajón de madera. Como llevaba mucha prisa solo tuve tiempo de disparar poco más de un par de fotos y sin mucho detalle. No había nadie posando ni vi al fotógrafo, que estaría seguramente tomando un café en alguno de los bares colindantes, puesto que era la hora de la sobremesa y no había mucho transito en la calle.
La próxima visita que haga a Santiago volveré por allí pues me ha quedado pendiente hacerme una foto con esta reliquia de máquina, en pleno siglo XXI.
Fue durante mi estancia en Santiago, el jueves de la pasada semana, que, cruzando la Plaza de Fonseca frente a la antigua Facultad de Farmacia, inmortalizada en las canciones de la tuna, divisé con alegría una de esas viejas cámaras de cajón de madera. Como llevaba mucha prisa solo tuve tiempo de disparar poco más de un par de fotos y sin mucho detalle. No había nadie posando ni vi al fotógrafo, que estaría seguramente tomando un café en alguno de los bares colindantes, puesto que era la hora de la sobremesa y no había mucho transito en la calle.
La próxima visita que haga a Santiago volveré por allí pues me ha quedado pendiente hacerme una foto con esta reliquia de máquina, en pleno siglo XXI.
Recuerdos de los antiguos fotógrafos de La Alameda
La afición por estas fotos me vino tardía y por nostalgia. Mediados los años sesenta trabajaba en Madrid y cada vez que volvía a Galicia de vacaciones, no dejaba de visitar Santiago de Compostela, sobre todo si me acompañaba alguna amiga forastera en mi tierra. Al inicio del bonito paseo de La Alameda, entonces muy frecuentado y lugar obligado para obtener unas buenas vistas de la catedral compostelana, se ubicaban varios fotógrafos con sus trípodes, sus cámaras de cajón, su cubo de agua, sus trapos y alguno incluso con su caballete expositor de fotos, a la vez que "secadero" de las mismas.
La primera vez que me hicieron una de estas fotos fue en Santiago de Compostela. Estaba yo con dos amigas, Mary Carmen de Vigo, antigua compañera de estudios en Santiago, y María Teresa, venida de Madrid para pasar unos días en Galicia, cuando al descubrir la presencia de uno de estos viejos fotógrafos, que creía desaparecidos, sentí la emoción de poder tener en mis álbumes una de estas fotos, para mi con valor de joya. Y además la quise con los tradicionales e infantiles dibujitos, con los que tantas veces había visto enmarcadas las parejas de enamorados, y que hoy podemos considerar muy "kitsch", pero que a la vez poseen ingenuo encanto.
Y así, cada vez que volvía a Santiago, repetía el ritual de la foto. Como cuando fui con María, de Palma de Mallorca, o cuando me desplacé en mi "600", con mi madre y mi tía Rosa, en un celebre e inolvidable día de 1976, para ganar el Jubileo, y en el que fuimos de aventura en aventura, de anécdota en anécdota, y de risas en más risas, a pesar de que yo en la foto, parezca un mustio florón.
Y así, cada vez que volvía a Santiago, repetía el ritual de la foto. Como cuando fui con María, de Palma de Mallorca, o cuando me desplacé en mi "600", con mi madre y mi tía Rosa, en un celebre e inolvidable día de 1976, para ganar el Jubileo, y en el que fuimos de aventura en aventura, de anécdota en anécdota, y de risas en más risas, a pesar de que yo en la foto, parezca un mustio florón.
La última foto que hice en Santiago, y cuando solo había ya un fotógrafo en La Alameda, fue delante del Instituto Rosalía de Castro, en una mañana lluviosa de 1978, en que me desplacé con unos compañeros de la oficina para asistir a una reunión de trabajo. Tuve que convencerlos para el posado de este ritual fotográfico del "minuto". Por cierto, leí en Internet que se llaman fotógrafos del "minuto" porque esta era la marca del papel que usaban para el revelado, pero no estoy muy convencida. Yo siempre creí que era porque cuando hacías la foto el fotógrafo te enviaba a pasear o esperar "unos minutos", mientras revelaba y secaba la foto, que incluso a veces te entregaba algo húmeda si tenías prisa. ¡Hermosos recuerdos los de los paseos por La Alameda de Santiago!
Cuando en los años ochenta, volví a pasear por La Alameda de Santiago ya los fotografos del "minuto" habían desaparecido.
Mi afición se reanuda en tierras portuguesas
Viajando un verano por Portugal, a finales de los setenta, me encontré, en Viana do Castelo, y en el Monte de Santa Lucia, desde el que se contemplan unas maravillosas vistas de la desembocadura del río Limia, con un fotógrafo del "minuto" y, siguiendo mi simpatía por este personaje, sonreí a la cámara para dejar un recuerdo. Esta foto es la que tiene mejor tamaño, diseño y calidad de papel de todas las que conservo.
Pasan los años y...
Vuelvo, en pleno siglo XXI, a encontrarme con fotógrafos del "minuto". He aquí algunas imágenes, aunque no se trata de fotos mías, sino sobre el ambiente, como si se tratara de estampas costumbristas.
Pasan los años y...
Vuelvo, en pleno siglo XXI, a encontrarme con fotógrafos del "minuto". He aquí algunas imágenes, aunque no se trata de fotos mías, sino sobre el ambiente, como si se tratara de estampas costumbristas.
Un mediodía veraniego en Ponte da Lima. 2008
o falta el celebre caballito de cartón, que suele acompañar a estos fotógrafos.
Pparque del Santuario do Bom Jesús do Monte (Braga). 2012
El fotógrafo prepara el objetivo, mientras, una pareja posa con sus niños, éstos esperando quizás la "salida del pajarito" (como solían anunciar estos fotógrafos a los pequeños para mantenerlos mirando a la cámara), con el deseo de quedar luego plasmados en la foto y poder conservarla como simpático recuerdo de un familiar día de verano. Cuando los niños sean mayores, podrán contemplarla con una sonrisa, quizás añorando su feliz infancia, en la que sus padres, muy jóvenes, eran también supuestamente felices.
Es por todo lo contado que celebro volver a ver en las calles santiaguesas, la imagen de una cámara tan bella como la que encabeza este post. Prometo un posado cuando vuelva por la Plaza de Fonseca.
* * *
Enlaces de interés:
Uno:
He localizado un maravilloso vídeo hecho por un fotógrafo afgano de Kabul, Qalam Nabi, en el que muestra todo el proceso de su "kamra-e-faoree", versión de la cámara de cajón instantánea. Aunque está comentado en inglés (muy clarito por cierto) las imágenes (fotos y gráficos) son tan buenas que "hablan" por sí solas, y puede apreciarse todo el proceso de funcionamiento, acompañado de un breve intermedio musical. Es un material muy didáctico para quien le guste o quiera saber de este tipo de máquinas. ¡Lo agradeceréis!
Además del vídeo dejo enlace a la página (en español) de la que lo tomé. Ahí podréis enlazar con otros vídeos sobre estos fotógrafos.
Dos:
Incluyo también enlace a otra página con un vídeo-documental, "El minutero" de Iván Fernández de Córdoba hecho con sensibilidad y calidad, sobre un fotografo profesional, José Luis Navarro, que ha decidido, en este siglo, retomar las calles y actualizar el antiguo oficio de "minutero", portando un cuidadoso y mimado material (en el que incluye el famoso "pajarito" de adorno) y cuidada presencia personal. Un hombre agradable que cuenta su experiencia a través de una entrevista, mientras trabaja con su cámara. Esta rodado en la Explanada de Alicante y dura poco más de tres minutos. ¡Merece la pena verlo!
Vídeo de Qalam Nabi, en Kabul: Interesante.