"Blacky" y "Ney", dos perros populares y queridos.
Blacky y Ney vivieron y fueron protagonistas en Coruña
Todas las personas que
tienen o han tenido un perro seguro que lo consideran o han considerado un
perro singular, distinto, el mejor, el más cariñoso, el más listo... Es como
los hijos para los padres, los de cada uno son los mejores y más inteligentes, los
más guapos... Es normal que sea así. Miramos con buenos ojos a aquellos a los
que cuidamos e instruimos, que formamos, a los que conviven con nosotros, a los
que queremos y que nos quieren.
Sin que tuviese nada
que ver conmigo, he conocido a estos dos perros y sentido admiración por ellos.
¡Y no he sido la única!
*.- "Blacky"
Hace ya bastantes años que lo conocí. Entonces aún no estaba jubilada y acudía diariamente a mi trabajo, en el centro de la ciudad. Mi jornada era de las
Como soy abierta al
diálogo pronto entablé conversación con el invidente, Valentín Losada, un hombre cortés y
muy cordial que me fue contando la historia de su perro. Blacky fue el primer perro guía que hubo
en Coruña, provenía de la Escuela de Perros Guía, existente en Rochester Hills
(Michigan. USA), con el patrocinio de la Fundación Lions Leader Dog, que data de 1939, y
la intervención, en el caso de Blacky, del Club de los Leones de Coruña. La Fundación ONCE intervenía en aquel
entonces (1988) con los gastos del viaje a Rochester del invidente y
estancia en dicho lugar, durante tres semanas para la adaptación con el
perro. Fue también este Club, el que en 1990 solicitó del Ayuntamiento de
Coruña el correspondiente permiso para erigir un monumento en la Ciudad al perro guía, que se instaló
en la Plaza de Cuatro Caminos y que reproduce las imágenes del invidente
señor Losada, acompañado de Blacky, tal como se les veía
con asiduidad por las calles coruñesas. Ayer estuve haciendo una foto al
monumento.
Monumento al perro guía en A Coruña
Blacky se dejaba acariciar por mi, con permiso de su
dueño. Era un perro, como lo son todos los de su raza y entrenados para guía,
sociable, obediente, inteligente pero también resolutivo y responsable,
pues ellos deben a veces decidir por su amo, cuando creen que este no hace o no
puede hacer lo correcto, o está en peligro.
Recuerdo una mañana en
que yo había salido un poco más tarde de lo habitual y encontré a Valentín
paseando con Blacky. Me paré pero en
seguida el perro se puso nervioso y empezó a tirar de su amo en dirección
opuesta a la que venían.
-"No sé que le
pasa hoy a Blacky", lleva un rato
inquieto, se empeña en llevarme de vuelta a casa y aún no hemos hecho nuestro habitual
recorrido"
Me di cuenta de que
oficialmente el horario se había adelantado una hora por cambio de
estación y lo comenté con Valentín por si eso podría ser la causa ya que el perro podía "pensar" que, al igual que el día anterior, era
ya la hora del regreso.
-" Pues va a ser
eso. Blacky no entiende esto del cambio de la hora, de un
día para otro, funciona con su reloj biológico y cumple con su habitual
disciplina de volver a casa a la hora de costumbre".
Nos reímos los dos.
-"Voy a dejar que
me lleve a casa e iré ajustando el horario un poco cada día hasta
adaptarnos".
En este caso Blacky llevaba las riendas del paseo y de las
obligaciones cotidianas.
Blacky y su amo hace unos años que fallecieron.
Recuerdo a los dos con mucho cariño.
*.-"Ney"
Si Blacky era un
retriever de pelo negro, Ney era un retriever golden, de color dorado muy
claro. Compartían ambos esas miradas especiales de los perros inteligentes y
cariñosos, que enganchan y hacen amigos.
Mientras a Blacky se le
veía por la calle, como inseparable compañero de su amo, Ney era la popular y mansa mascota de todos
los viandantes, niños y adultos que circulaban por la Plaza de Lugo, sobre todo de
los niños. Permanecía mañana y tarde a la puerta de la floristería
"Armonía", regentada por su ama, Marisol Paz.
A los niños les permitía todo, y
le encantaba que lo acariciasen cuando estaba echado en el suelo. En otros
ratos le gustaba pasear por la plaza escoltado por una recua de niños,
grandes y pequeños, que se sentían felices caminando o corriendo a su lado.
A veces
los niños se empeñaban en compartir sus meriendas y chucherías con Ney, pero una temporada que estuvo mal del estómago su dueña tuvo que
ponerle un cartel al cuello indicando que no le dieran de comer para que no le
afectase negativamente.
Las personas mayores
también nos encandilábamos con Ney, lo fotografiábamos,
nos parábamos para observarle jugando y dejándose querer por los niños. En el
mes de agosto celebraba su cumpleaños, reuniéndose en torno a él un grupo de
amiguitos para degustar una tarta. En el verano de 2014, cumplió 13
años y falleció poco después en el mes de noviembre. Como decía un
cronista de la prensa local, Ney tuvo siempre un "excelente
comportamiento".
Ya en vida de este
cariñoso y singular perro, y a iniciativa de unas vecinas de la Plaza de Lugo, comenzó una colecta para hacerle una estatua y solicitar del Ayuntamiento que se
colocara en la misma Plaza donde todos lo conocimos. Una entidad privada que
simpatizó con la causa culminó el proyecto y hoy Ney es recordado, en bronce, en medio
de la Plaza ,
mirando hacia la floristería de su ama. Los niños que le trataron le abrazan
cuando pasan junto a él y otros más pequeños se paran, con curiosidad, a
conocerle.
El último en
visitarlo ha sido Mateo, un precioso niño de dos años, hijo de unos amigos, que ha
pasado a incluirse en la lista de los admiradores de Ney.