Hay quien duda que existan las "meigas", brujas o hechiceras, pero, en Galicia, si alguien pregunta por ellas recibirá esta respuesta: "haberlas si las hay" ("habelas hailas").
Personalmente no creo en ellas, ni en los "meigallos", hechizos o embrujamientos, sin embargo tengo en casa varios amuletos que he ido adquiriendo en distintas ocasiones y viajes, porque siempre me han gustado por su valor etnográfico, antropológico y cultural.
Los amuletos, esos pequeños objetos, de uso personal o doméstico, a los que se les atribuye poderes excepcionales, de protección contra el mal que nos amenaza o que alguien desea infligirnos, así como también capacidad de proporcionar suerte y beneficios en múltiples ocasiones y circunstancias, están presentes y arraigados mucho más de lo que imaginamos en las diferentes culturas y pueblos desde la más remota antigüedad.
El primer amuleto que adquirí fue una
"figa" de
azabache (piedra pulida, dura y compacta, de color negro brillante que no es otra cosa que lignito) y plata, con una cadena, para usar de colgante en la época que estudiaba en Santiago de Compostela, donde es muy frecuente verlas expuestas en las múltiples platerías que llenan las rúas de la ciudad. El uso de la figa es muy frecuente en Galicia, tanto las santiaguesas de azabache, como las de
cerámica de Sargadelos, pero sobre todo cuando alguien presiente, que algo o alguien le amenaza de forma inmediata con males artes o misterio, se hace la característica señal, con el puño derecho cerrado, introduciendo el dedo pulgar entre los dedos índice y medio, a la vez que se exclama
"¡MEIGAS FORA!", meigas fuera, con la intención de que el mal se aleje de nosotros.
Años más tarde compré varios colgantes de cerámica de Sargadelos, que luego encargué montar en plata haciendo un collar, y que lucí varias veces durante mi estancia en el País Vasco, cuando organizaba alguna
"queimada" (ritual festivo y amistoso de quemar aguardiente, antes de beberlo) con mis amigos, buscando ambientar los conjuros que se pronuncian teatralmente, mientras las llamas evaporan parte del alcohol, y se revuelven los ingredientes que le acompañan, fundamentalmente azúcar y frutas. Puedo contar, como anécdota, que un día las llamas fueron tales que se quemó la lámpara, hecha de un moderno material sintético y que pendía del techo sobre la mesa. No sé si fue una "venganza" de las meigas o si por el contrario la cosa no llegó a mayores porque los conjuros y amuletos nos "protegieron" evitando que se quemara la casa. Coincide que fue la última vez que hice una "queimada" y que me puse el collar. Ahora esta en la pared de mi habitación.
El collar que encargué hacer está basado en el que comercializa Sargadelos, (foto superior) pero deseaba que la cadena y barras de colgar fueran más fuertes, pero por eso mismo creo también que he dejado de usarlo pues resulta exagerado. Cada amuleto tiene su función: La "figa" (1), viejo remedio contra toda clase de meigas. El "lubicán" o "lobicán"(2), remedio contra los hijos de perra y lobo. El "cornamán" (3), contra los que quieren matarnos el amor. El "larpán" (4), contra los que quieren hartarnos. El "larchán" (5) contra los que nos angustian con habladurías... El "trampallán" (11), contra los que quieren meternos en un callejón sin salida. Etc. etc.
Cuando estuve en Brasil, años ha, encontré de nuevo una "figa", que con otros amuletos, de metal plateado, formando una bonita "penca" ( conjunto), denominada "Balangandán", que tiene su origen en la época en que mujeres africanas trabajaban como esclavas en el país. Ellas procuraban obtener joyas y objetos valiosos como recompensa a sus trabajos o servicios para hacerse con una pequeña fortuna o riqueza con la que comprar en el futuro su libertad o la de su familia. Los objetos o amuletos, además de la figa, tenían en su mayoría, forma de frutas, como la granada, calabazas, pipas, con un valor simbólico de fertilidad, suerte, protección... Solían llevarlas puestas, sujetas en la cintura, consolidándose posteriormente como adorno en los trajes de ciertas danzas y bailes populares de las afro-brasileñas. El nombre de "balangandán" viene del sonido que emitía la penca de amuletos al andar o danzar con ella.
Además de la penca grande que compré para adorno en la pared, adquirí también una pequeña de plata, que puede usarse como broche y como colgante. Luce mucho sobre fondo negro.
El
"mal de ojo". Se dice que las meigas o personas que no quieren bien a otras, motivadas por la envidia o mala voluntad, desean y procuran el mal. Son los ojos los que traslucen los malos sentimientos y deseos que anidan en el interior de las personas. Son los ojos de los que no nos quieren los que nos miran mal ("
mal de ojo"). Para ello los griegos y los turcos, han creado un amuleto que consiste en un ojo de cristal, que reclama la atención de esos otros ojos que nos miran mal, distrayendo y ahuyentando sus negativas intenciones. De ahí los amuletos conocidos como
"ojo turco" y "ojo griego", contra el
"mal de ojo" (
nazar)
Aunque los hay de varios colores los más representativos son los que combinan el azul oscuro, azul claro, blanco y negro, colores todos ellos de simbología positiva.
El "ojo turco" fue el último amuleto que compré, cuando estuve en el Gran Bazar de Estambul, hace más de quince años. El reverso es un bonito espejo. Lo tengo colgado en la pared junto con la brasileña penca de Balangandán
Hace tiempo que no reparaba en que tengo un pequeño grupo de amuletos de no ser porque ando revisando mis cosas (cantidad que acumulo de mis viajes), con idea de irme desprendiendo de ellas, despejando espacios y aligerando el trabajo doméstico de limpieza. ¡He acumulado demasiado! De lo que mas va a costarme desprender será de libros,folletos, fotos, papeles... Hoy es más fácil tenerlo todo en "las nubes digitales", jajá...
Repito que no creo en las meigas, pero como parece que "habelas hailas", no esta de más utilizar mis amuletos y espantarlas con un "¡meigas fora!"
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Enlace sobre el balangandán.
http://kaiajoyasuruguay.blogspot.com.es/2012/09/joyas-con-historia-el-balangandan.html